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TRANS MADEIRA CON MORGANE JONNIER

septiembre 13, 2023

UN VIAJE DE DETERMINACIÓN, TRIUNFO Y ESPÍRITU FIRME

Hola a todos: Soy Morgane Jonnier y voy a realizar un espectacular viaje en el corazón de la Trans Madeira, una aventura épica recorriendo la encantadora isla portuguesa conocida por su increíble diversidad de terrenos. Abrochaos el cinturón porque vamos a revivir las peripecias y el espectacular espíritu humano que define esta increíble experiencia

La aventura comienza al aterrizar a medianoche en el aeropuerto de Funchal justo un día antes de que arranquen las celebraciones. Imaginad el nerviosismo, la ilusión al poner pie en tierra en esta isla de ensueño. Después una noche inquieta en el aeropuerto, estábamos deseando explorar los maravillosos alrededores de Machico. Conforme cae la tarde, la comunidad de la Trans Madeira se va reuniendo. Un estimulante comienzo de la aventura de tu vida.

El primer día cubrimos 63 kilómetros crueles con unos impactantes 1317 metros de desnivel y 3200 metros de eufórico descenso. Nuestro viaje empieza en Chao de Lagoa a 1495 metros sobre el nivel del mar y desciende hasta Machico a nivel del mar. Pero el destino tenía una sorpresa para nosotros: lluvia desde la mismísima salida. La lluvia fue implacable y nos acompañó durante todo el día. Un día de una intensidad como nunca antes, lo que marcaría el tono de la aventura que se extendía por delante de nosotros.

El segundo día nos dirigía hacia los 47km de acción que pondría nuestro corazón a prueba con 1088 metros de ascenso y unos sorprendentes 3370 de descenso. La ruta comprendía siete nuevos tramos cronometrados, cada uno más fascinante que la anterior. Navegamos por pistas zizagueantes que deambulaban a través de una jungla fascinante que nos ofreció vistas sobrecogedoras. La lluvia nos recibió otra vez al principio del día, pero el sol apareció triunfante a la tarde. No puedo estar más agradecida a mi infalible tija telescópica LEV Ci que resistió las más complicadas condiciones de funcionamiento sin fallo alguno.

El tercer día fue diferente a todo lo que habíamos vivido hasta el momento. Nos embarcamos en una aventura que comenzó con un viaje en autobús hacia la cima, desde donde nos enfrentamos a dos excitantes tramos especiales de descenso. A partir de ese momento, atravesamos la isla de un extremo a otro. Nos aventuramos en el místico Valle de las Monjas, un sitio que parece emerger de un cuento de hadas. El paisaje era de otro planeta, y la ruta incluyó kilómetros de túnel, una experiencia increíble e inolvidable. El día concluyó con dos etapas cronometradas que fueron pura delicia y flow siempre con el telón de fondo de un sobrecogedor campamento bajo un imponente acantilado.

El cuarto día fue muy desafortunado para mí. A pesar de un arranque poderoso y de liderar los dos primeros tramos especiales, tuve una caída catastrófica en la tercera etapa. Sucedió en un aparentemente inocuo giro sobre un terreno llano y cubierto de hierba mojada peligrosamente cerca del filo de un acantilado gracias a una ráfaga de viento. Fui lanzada y al caer mi hombro se llevó la peor parte. Acopié fuerzas para levantarme y terminar la etapa a pesar del dolor agudo. La realidad es que mi brazo estaba inmovilizado y mi desviador trasero destrozado. Quise reparar, el persona personal de asistencia vino a ayudarme con una cinta para asegurar mi hombro dañado. Tras unos momentos de respiro, no había tiempo para pensar en el dolor. Teníamos dos tramos cronometrados que conquistar antes del final del día. En el recorrido de regreso al campamento, paré en una farmacia para comprar analgésicos y algunas cintas más en mi deseando desesperadamente que el reloj remitiera antes del reto del día siguiente.

El quinto día amanecí con mi brazo absolutamente rígido y con casi cero movilidad. Pero no pensé en ceder a la adversidad. Apreté los dientes y me sumé al recorrido del día. Sentí que mi ánimo se desvanecía con cada kilómetro, pero estaba decidida a acabar lo que había empezado. Los seis tramos cronometrados del día me llevaron al límite, lo que me dificultó apreciar el maravilloso entorno. Los resultados se supieron durante la cena y me encontré en segunda posición, un logro del que puedo sentirme orgullosa aunque no pude evitar un poco de decepción.

No olvidemos la esencia de la Trans Madeira. Es más que una competición. Es una celebración del espíritu humano. Sí, soy competitiva, me crezco frente a los desafíos para trato dar lo mejor de mí y alcanzar las más altas posiciones. Sin embargo, las emociones de la semana, los momentos compartidos y el espíritu de camaradería han sido los que realmente han definido esta experiencia. He conocido gente de todo tipo, reforzado relaciones y he vivido algo realmente increíble. Al impresionante equipo tras este evento les debo todo mi agradecimiento porque su inquebrantable apoyo ha hecho posible que haya vivido esta espectacular aventura. La conexión humana estaba en el centro de todo. Estábamos allí para ayudarnos a levantarnos entre nosotros.

Unos días después y ya de regreso en Francia, la verdad se hizo patente: me había fracturado la cabeza del húmero y un esguince en el hombro. No puedo entender cómo me las apañé para resistir el dolor y terminar la carrera. Quizá se debe a una mezcla potente de adrenalina, entusiasmo, pasión y, sí, un toque de ego. Nunca se me pasó por la cabeza abandonar. Una carrera no se acaba hasta que cruzas la meta y un simple hombro no me iba a pararme. No era sólo la carrera, era acerca de la aventura humana, las experiencias ganadas y las lecciones aprendidas. No dudaría ni por un momento el embarcarme de nuevo en este viaje.

Cuando miro atrás y veo la Trans Madeira, mi historia me sirve como recordatorio de que cuando plantas cara a los desafíos puedes ponerte a la altura de la ocasión y alcanzar la grandeza cuando las inconvenientes parecen insalvables.

Ya que cada uno contempla sus retos y aspiraciones, deja que mi viaje sea una fuente de inspiración. No importa lo empinada que sea la subida o evocador el camino, recordad que la vista desde la cumbre justifican el sufrimiento de la subida. Las más grandes aventuras de la vida no son sólo por el destino, sino por el increíble viaje en sí mismo. Es ahí donde el espíritu humano se eleva desafiando la gravedad y alcanzando las estrellas.

Rider: Morgane Jonnier
Fotos: Leo Gruber / Morgane Jonnier
Productos KS: LEV Ci dropper seat post / Southpaw i-spec EV